Navidad

¡Tú eres el Rey de la gloria, Cristo!

Con el alma llena de asombro, gratitud y alegría de la Navidad nos adentramos en el nuevo año con la certeza de que Dios nos ama. En su inmenso amor va tan lejos que el mismo Dios Hijo se hace hombre. Entregó su vida por nosotros, para devolvernos el honor y la libertad de los hijos de Dios. Se nos mostró con cuerpo humano para que reconozcamos en su humillación la gloria de Dios en la fuerza y poder de su debilidad, la plenitud de Dios en la fragilidad humana. Viene a la tierra, contaminada por el egoísmo y el odio y lista para su destrucción masiva, para fundar su reino. Sólo una fe profunda nos asegura que este pequeño niño, cuyo trono es el regazo de su madre, dominará el mundo, que este niño es el verdadero Rey que triunfará sobre el mal y la muerte, sobre el corazón humano, y todas las naciones.

Sin embargo, la vulnerabilidad de un niño en la pobreza de la gruta de Belén, convence a todos de que el gobierno de este Rey no conoce a la violencia, la injusticia ni la guerra. Su reino es „reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz.“ (Prefacio de Cristo Rey)

Cuando un día predique su doctrina e imponga las condiciones para entrada en su reino, el amor será su principal requisito para seguirlo. La Misericordia triunfa sobre la esclavitud del pecado, con su compasión transforma el odio en amor.

El gobierno del Rey Divino no se basa en la dominación y el orgullo del engaño, la vanagloria y la hegemonía de la picardía y la astucia, sino en la humildad y la mansedumbre, en la pobreza y la obediencia de la verdad, en la pureza y la fidelidad, que se certifica con el sacrificio.

Él mismo exclama: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados… aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,28-29) En otra ocasión dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame."(Lc 09,23) El Verdadero Rey de este pueblo y Gobernante de todo el universo puede permitirse perder "su cosa" a los ojos del mundo, porque la muerte ignominiosa prevalece sobre todo.

Se levanta de entre los muertos como el Ganador y será hasta fin de los tiempos el terror de todo mal y violencia, opresión e injusticia. Él, el Rey del amor, será la guran recompensa para aquellos que vivieron del amor. De Él darán testimonio todas las generaciones:

Cristo ayer y hoy,

el principio y el fin,

Alfa y Omega.

Cristo es el Señor de todos los tiempos,

Gobierna la historia,

suyo es el reino, suyo el poder y la gloria

por los siglos de los siglos. (Bendición del cirio pascual)

 

Y este glorioso y eterno Ganador,

Jesucristo Rey entra delante nuestro al principio del año

como Rey de Misericordia,

como Rey de Amor,

como el Rey de nuestros corazones.

Abre sus brazos ahacia ti, para que su ardiente corazón lata en el tuyo para que también tú ames con su amor y ayudes al crecimiento de su reino.

Vuestra Hermana María Adalberta (De una carta a las hermanas en 1987)