Con que nos puede abordar la Madre Adalberta hoy en día?

"Cada uno de nosotros tiene una forma única de experimentar la fe. Cada época tiene sus problemas peculiares, y así Dios pone diferentes personas para llamarnos la atención de las necesidades de nuestro tiempo."

(P. John Adamík SJ)

  • Consiguió, cuando aún era muy joven, decidirse por su vocación a pesar de las dificultades personales como fue el sufrimiento de su familia intentando superar la muerte de su amado padre. Con actitud de fe y con gran decisión, siguió a su Señor.

  • Demostró aceptar las dificultades de su tiempo, contrariedades asociadas al establecimiento del Protectorado de Bohemia y Moravia, a la Segunda Guerra Mundial, a las consecuencias relacionadas con todo esto, como fue la imposibilidad de asistir a la universidad, de ejercer la profesión de maestra siendo religiosa, porque se cerraron las escuelas religiosas y a una monja no se le permitía continuar sus estudios en la universidad.

  • Se comprometía con servicios a los necesitados según las circunstancias de cada época. Así, durante la guerra, según las posibilidades, estaba ya sea con los heridos y enfermos en el hospital, o en la escuela. Estaba siempre lista para capacitarse y brindar cualquier servicio inesperado que era necesario proporcionar (trabajo de oficina, limpieza).

  • Durante el totalitarismo valientemente aceptó tareas riesgosas que luego, con manipulaciones en el proceso judicial, trajeron la condena y el encarcelamiento. Por ejemplo dio refugio a un joven franciscano que se había escapado de la destrucción de su monasterio. En la cárcel confesaba valientemente su fe y defendía los valores de la vida cristiana. Por ellos luchó y por ellos fue aún más castigada y hostigada, ya fuese por manifestar su amor a sus compañeras de la cárcel, o por escribir una petición al Secretario General de la ONU rogando para las demás prisioneras y para sí misma un mínimo de libertad religiosa en las cárceles o cuando se negó a trabajar los domingos. En cuanto a la aplicación de la condena exigía justicia invocando derechos a condiciones humanas dignas y reclamaba que los que cumplían su condena lo hiciesen según su conciencia.

  • Después de ocho años de prisión volvió sin desanimarse, fue capaz de beneficiarse de la fe también en este difícil período de su vida. Y cuando salió de la cárcel con la salud quebrada, miraba este segmento de su vida de forma muy positiva, como escuela de confianza y abandono en las manos de Dios.

  • La complejidad y exigencia del momento la llevaron a una vida más profunda y cabal con Dios y la gente. Su vocación a la misericordia la entendía como un excelente camino a la plenitud de la vida en el amor. Su vida demostraba gran madurez, creatividad y determinación para cumplir la voluntad de Dios, en particular cuando fue elegida Superiora General de la Congregación a sus 56 años de edad. A pesar de las limitaciones que había en las posibilidades, por la profundización de la influencia del régimen totalitario en la época de la normalización, desde 1970 hasta su muerte, en enero de 1988, llevó con gran confianza a su comunidad religiosa por el camino de la renovación postconciliar.

  • Muy poco tiempo antes de su muerte, les dijo a las miembras más jóvenes de la Congregación, hermanas que recibía en secreto con alto riesgo, que ya podía morir porque veía que entendían muy bien su vocación.

  • Valientemente se esforzaba en un entorno de pensamiento completamente subordinado por dar un nuevo curso a la vida según soplara el Espíritu Santo. Con ingenio intrépido pedía lo imposible... pidió permiso para recibir candidatas, escribió cartas a los lugar más alto, aprovechaba cada oportunidad de un encuentro personal para pedir y motivar también a representantes de otras asociaciones o comunidades.

  • Junto a esta dimensión social de sus actividades no descuidaba su crecimiento interior sino justamente al contrario. Fomentaba cuidadosamente el desarrollo de su vida con Dios, de la gente y de las hermanas que tenía confiadas.

  • Buscó incansablemente el camino de nuestra comunidad después del Concilio Vaticano II, en una sociedad distanciada de la mentalidad del Evangelio. En este esfuerzo era tenaz e ingeniosa. Incluso hoy en día, nos animan sus palabras pronunciadas con gran pasión por la santidad de la vida:

"No basta con tener un ideal, es necesario por él luchar."

(Madre Adalberta)

  

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Biografía de la Madre Adalberta Hasmandová

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Una breve biografía (aquí)

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