Palabras (7)

La misión especial de nuestra congregación:

Mis queridas hermanas, es un signo de los tiempos que las diversas familias religiosas se acerquen. Tenemos que amarlas a todas con mayor amor que hasta ahora. Tenemos que buscar todo lo que nos acerque y una. Hoy hay un gran mandato: ¡la unidad de la Iglesia por encima de todo! Al mismo tiempo, honestamente debo decir que no es posible que una hermana organice su propia familia según la familia de otras hermanas. ¿Por qué no sería correcto? No porque sería una peculiaridad, no porque habría discordia. Y aquí debe ser nuestra guía la visión sobrenatural. Como sabemos de una buena fuente, de San Pablo, hay en la Iglesia diferentes servicios, diferentes dones. Los inspira el mismo Espíritu. Son diferentes porque ninguno de ellos es único y completo. Para lograr un todo, en necesario que haya distintas partes. Cada parte tiene en el todo su lugar. Si las partes se mezclan, se superponen, no cumplirían el servicio del todo. En algún lugar habría confusión, en otro vacío. Pues, tenemos nuestra parte, nuestra asignación en el todo del cuerpo místico de Cristo, para cumplirlo fielmente. La particularidad de cada una de las familias religiosas se debe descubrir a conciencia en las intenciones de los fundadores, en sus espíritus, en sus vidas, en sus palabras y disposiciones. Además, a lo largo de la historia de nuestra familia religiosa, como en las distintas épocas ella entendió y realizó este legado. La peculiaridad de nuestra familia religiosa es el servicio misericordioso a los más pobres y necesitados. Tenemos, por lo tanto, además de los esfuerzos por la santidad personal, el servicio del amor. SANTIDAD Y MISERICORDIA, así se pueden resumir, en un único lema, nuestros propios ideales.

Madre Adalberta, Capítulo de la renovación de la vida religiosa,  KOŘŽ  2/1973