Pentecostés (3)
A principios del mes mariano y en preparación para Pentecostés:
El Espíritu Santo quiere estar en nuestros corazones como en su casa.
¡Si no lo obstaculizáramos!
Que pueda actuar en nosotras libremente, y así más ricamente, en silencio, pero sin embargo eficientemente. Queridas hermanas, preparémonos para su llegada en humilde silencio. Seamos como María, con gran silencio para los milagros en el alma. Liberemos el corazón de todo lo que obstruye su entrada. ¡Entregémonos para convertirnos! Vivamos nuestra preparación con María. Ella es la plenitud del Espíritu Santo, que nos consiga un corazón puro y humilde, compasivo y amoroso, un corazón lleno del Espíritu Santo. Unidas a Él demos testimonio de la misericordia de Cristo. Y sobre todo, querámonos mutuamente.
Madre Adalberta, 6/1976